A finales del mes de julio pudimos terminar de manera presencial la segunda edición de EspaiDona: un taller grupal solo para mujeres, con un encuentro semanal creativo e íntimo de dos horas a lo largo de tres meses.
Esta propuesta nace a raíz de observar que muchas mujeres carecen de espacios tanto físicos como mentales propios; gran parte de su tiempo y de su mente están ocupadas por atender a las necesidades y los deseos de los otros.
A menudo, hay una gran dificultad en poder desarrollar la capacidad de escucharse y de atenderse emocionalmente. A consecuencia de esto, en muchas de ellas, una parte reclama a gritos cuidados, y la otra manifiesta confusión y frustración por no sentirse en un camino propio donde avanzar hacía sus deseos.
EspaiDona es un espacio para responder a estas necesidades. Allí las mujeres pueden empezar a preguntarse y a autocontestarse lo siguiente: ¿Cómo estoy? ¿Qué siento? ¿Qué necesito? ¿Qué me limita? ¿Qué deseo?
El autocuidado no es nada más que esto: aprender a escuchar, reconocer, dar valor y atender las necesidades y deseos propios, a medida que se vayan manifestando en el transcurso de la vida.
En el taller, para construir este espacio de autocuidado individual y grupal usamos la expresión creativa basada en la metodología de la arteterapia transdisciplinaria.
Crear es una capacidad inherente al ser humano. Desde la más temprana edad se manifiesta nuestra necesidad de representar simbólicamente nuestro mundo interno y externo, por lo tanto podemos suponer que el arte participa plenamente en la construcción de nuestra identidad y que este proceso empieza desde muy joven. Observamos también que la mayoría de las personas se desconectan de su creatividad al salir de la infancia.
En nuestras sociedades contemporáneas el arte no está integrado en el cotidiano de las personas, está institucionalizado: es decir, que la gran mayoría de la producción artística actual se encuentra en espacios específicos (museos, teatros, etc.) cerrados, controlados por las instituciones y muchas veces accesible (por varias razones sociológicas) solo a una cierta franja de la población, la más “educada”.
En cierta medida, podemos decir que hacer arte es del monopolio de unos pocos: los artistas profesionales dotados del “don de la creatividad”, y de los intelectuales que han recibido una formación específica para tener acceso a este lenguaje, entenderlo, interpretarlo y analizarlo. A continuación, los mismos establecen los criterios de lo que es arte “válido”, interesante y bello del que no lo es.
Por lo tanto, la mayor parte de nosotros hemos interiorizado que hacer arte requiere unas aptitudes concretas que pocos tienen.
Desde la arteterapia se considera que todos somos capacitados para crear, que no tiene que ver con habilidades técnicas o conocimientos intelectuales, sí más bien con la autoescucha y la capacidad de jugar.
También la arteterapia resignifica el concepto de belleza tan intrínseco al arte: lo víncula a la autenticidad de lo que se está expresando simbólicamente en un momento y espacio dado, y a su capacidad de conmover, es decir de hacer sentir.
Hacer arte nos pone en contacto con nuestra creatividad, fuente nutritiva que nos brinda placer y vitalidad; y que nos conecta con nuestra capacidad de hacer, inventar, soñar.
Así pues, el espacio de arteterapia es una oportunidad para reconectar con nuestra esencia creadora dormida.
En EspaiDona, durante 12 encuentros las mujeres van expresando desde la danza, la música, la pintura, la escultura y la poesía, lo que les habita.
La expresión artística es una manera de dar forma, de materializar nuestro mundo interior. Nos ayuda a estar en contacto y a dialogar con él de una forma más tangible; a vernos, a conocernos mejor y por lo tanto a amarnos un poco más.
También, al traer nuestros sentires al mundo, al poner lo que está adentro a afuera, nos visibilizamos frente a los demás, damos la posibilidad a que nuestra intimidad pueda entrar en contacto y dialogar con la suya, vinculándonos con más autenticidad, desde la belleza de nuestra singularidad.
Es igualmente una forma de poder dialogar con el mundo, de sentir que participamos aportando nuestra percepción y sensibilidad única. Al hacer arte dejamos una huella tangible de lo que somos en el mundo.
Otro efecto terapéutico de la arteterapia que las mujeres experimentan a menudo en EspaiDona es la sensación de transformación interna que se va dando poco a poco.
Desde el arte las participantes construyen nuevos espacios internos y externos simbólicos que las descentran de su cotidiano. En esos espacios pueden jugar con una multitud de posibilidades nuevas, que les hacen cuestionar y poner en perspectiva las narrativas y las creencias habituales desde las cuales suelen definirse, y que, en un principio, sienten como inamovibles y limitantes.
Por lo tanto, hacer arte es una forma de ampliar su “rango de juego” como persona: pueden explorar simbólicamente otros caminos, alternativas a situaciones que se viven sin salidas, otras formas de sentir, pensar y hacer, para dar forma poco a poco a otros “yoes” que no han podido crecer hasta entonces.
Desarrollar la capacidad de hacer emerger alternativas a lo que experimentamos como limitante nos da la posibilidad de responsabilizarnos de lo que nos pasa: aportamos respuestas a nuestras necesidades.
Metafóricamente podemos decir que construimos nuestro espacio de autocuidado, es una forma de brindarse la medicina que nuestra alma necesita para sanarse.
De esta manera entrenamos la capacidad de atendernos, sin esperar que sea otra persona que se haga cargo de adivinar, entender y solucionar lo que nos pasa internamente.
Esta vivencia nos permite empoderarnos haciéndonos sentir que somos las dueñas de nuestras vidas. En el espacio creativo que construimos somos las que decidimos y elegimos nuestros límites, dónde queremos estar, hacia dónde nos queremos mover, lo que puede entrar y lo que no, qué hacemos crecer y qué dejamos atrás.
EspaiDona es la construcción lenta y delicada de un espacio interior donde nos sentimos escuchadas y atendidas, y que nos provee el sostén y la confianza necesaria para poder actuar hacia lo que queremos.