Necesitamos espacios comunes donde encontrarnos, escucharnos, reconocernos, tocarnos, sentirnos. Espacios saludables y bellos donde sume vivir en paz, sencillamente. Sabiéndonos diversas e iguales como seres humanos que somos.
Al cocrear L’Artèria, poniendo en conjunto las diferentes visiones y perspectivas de cada una de las integrantes y trabajar en base a lo que expresa cada una de nosotras, según cada sensibilidad y experiencia individual, a dado lugar a esta casa de todas. Una casa formada por diversas mujeres venidas de distintos puntos del mundo.
En L’Artèria no hay ni jefas, ni líderes. Nuestra estructura es horizontal, dónde cada voz y cada perspectiva es igual de importante que otra. La horizontalidad fomenta la colaboración y la cooperación al reconocer la contribución única de cada individuo y alentar un sentido de responsabilidad compartida, permitiendo un crecimiento mutuo.
Y claro que nos costó, desafiar-nos y desafiar ciertas normas que perpetúan estereotipos perjudiciales que dan por resultado una sociedad individualista, capitalista, clasista, racista y jerárquica no ha sido fácil, pero nuestra necesidad de romper con estas ataduras impuestas nos hizo seguir adelante. Es nuestra aportación humilde pero decidida para contribuir al cambio.